Las pruebas institucionales
externas, como los informes PISA, puede ser cuestionadas por el modelo
socioeconómico y educativo que las informa o por centrarse en los resultados y
en los ránquines. Pero son positivas y útiles: nos ayudan a entender proceso
implicados en la lectura y la escritura, y a incidir mejor en el desarrollo de
las habilidades y competencias
implicadas.
Cada cierto tiempo, los medios de
comunicación se hacen eco, con grandes titulares, de los resultados de las
diferentes pruebas institucionales con las que se evalúa el alumnado (informes
PISA, pruebas de competencias básicas, etc.) En general, estas informaciones se
centran en los resultados, en comprobar y destacar qué lugar ocupan en el
ranquin los estudiantes. Esta mirada sobre las pruebas interesa a los partidos
políticos y sindicatos (porque les proporciona munición para la defensa de la
labor de gobierno o para la confrontación y la acusación de ineficacia contra
los que gobiernan), a las administraciones educativas (porque les
proporciona argumentos para defender e impulsar unas determinadas políticas) y,
a pesar de no quererlo, también a los gestores y directores de los colegios
(porque a partir de estos indicadores
verán medida su tarea de gestión por los inspectores, los padres y madres de familia, los ayuntamientos, etc.). Y es esta mirada, centrada en los ránquines,
la que se traslada, principalmente, a la opinión pública.
Hay también otro tipo de titulares que tienen
más interés para el profesorado, porque
le proporcionan información valiosa para la mejora de su práctica docente, ya
que apuntan a las causas de los resultados y a las características de los aprendizajes o competencias que se
evalúan. Esta segunda mirada es muy
interesante centrada en la prueba PISA. Atendiendo a ello centrémonos en
considerar qué nos dicen y cómo podemos aprovechar los resultados de esta
prueba en relación con el proceso de enseñanza aprendizaje de la lengua
escrita, para ella destacamos cuatro ideas básicas:
1.
Las pruebas institucionales externas son
inevitables y, además, son positivas y útiles porque nos ayudan a entender
mejor los procesos implicados en la lectura y escritura.
2.
Si
entendemos mejor los procesos implicados en la lectura y la escritura, podremos incidir de forma más
adecuada y provechosa en el desarrollo de las habilidades y competencias
implicadas.
3.
Hay factores
importantes en la explicación de los resultados en los que podemos y debemos
incidir. No podemos hacerlo en el nivel cultural de las familias o en el
contexto socioeconómico, pero sí podemos hacerlo en todo aquello que tiene que
ver con las metodologías de enseñanza y aprendizaje, o en los aspectos
motivacionales.
4.
Podemos
incidir si dejamos en segundo plano los ránquines y nos fijamos en el diseño y
la aplicación de las pruebas, y en las respuestas de nuestros alumnos y alumnas
a los diferentes tipos de ejercicios que se les piden.
Según PISA, la competencia lectora consiste
en:
·
Comprender y
utilizar los textos escritos
·
Reflexionar
e interesarse por los textos escritos
para alcanzar los propios objetivos
·
Desarrollar
el conocimiento y potencial personales, y participar en la sociedad
La comprensión lectora incluye, por tanto, un
conjunto de competencias cognitivas que van desde la descodificación simple
hasta el conocimiento de vocabulario y gramática, y también desde estructuras
lingüísticas y textuales más complejas hasta el conocimiento del mundo. En la
edición de 2009, la competencia lectora se evaluaba de forma prioritaria (en
cada edición, las pruebas PISA se centran de forma exhaustiva en una de las
tres competencias que evalúan- lectora, matemática y científica-, mientras que
las otras dos sólo se evalúan parcialmente), teniendo en cuenta por primera vez
la lectura en formato electrónico y profundizado en los conceptos de interés por la lectura y metacognición.
Se trata, como puede verse, de una concepción
de la lectura que va mucha más allá de las prácticas exclusivas de la clase de
lengua, que supone una visión integradora de la lectura y la escritura en la
que es determinante el contexto educativo y en la que están implicadas todas
las áreas del currículo.
En coherencia con el concepto de comprensión
lectora que acabamos de describir, los ejercicios que proponen las pruebas PISA
se alejan en muchos casos de las actividades típicas a las que el alumnado de
nuestros centros está acostumbrado, tanto por la amplitud de los aspectos que
se tienen en cuenta en las mismas, como
por la diversidad de textos y situaciones
de lectura que se plantean.
En este sentido, es probable que muchos
profesores de lengua consideren que buena parte de los ejercicios de
comprensión lectora de las prueba PISA
no son ejercicios de lengua, sino ejercicios sociales o naturales.
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