Entrevista a Ramon Breu por Anna
Ortiz
Hablas de la educación audiovisual como de un viejo sueño, ¿a qué se debe?
Sí, digo que es un sueño de hace
muchos años, para los que trabajamos y hacemos pedagogía al respecto. Quiero
recordar que en los años treinta, con la República, en las escuelas ya se
planteaban que los chicos y chicas pudieran acceder al análisis y a la interpretación del cine. Más tarde, en
Cataluña, también tuvimos grandes maestros, como Miquel Porter Moix, que
transmitieron la necesidad de educar en el cine y en la pantalla doméstica, que
empezaba a generalizarse.
Actualmente, una de las
competencias descritas (únicamente en el caso del currículo catalán) es la
competencia comunicativa lingüística y audiovisual, pero solo tenemos un
enunciado que no se concreta en ninguna asignatura, ni profesor, ni horario.
Solo constan las TIC. Los que sacamos adelante proyectos de audiovisual, lo
hacemos a partir del convencimiento y el voluntarismo, pero si ninguna
estructura ni concreción. ¡La educación audiovisual no existe oficialmente!
¿Y cómo entiendes esta
educación audiovisual?
Tal como la entendemos nosotros,
equivaldría a la Media Literacy de los anglosajones o la Education aux Media de
los franceses, y va mucho más allá de
aprender a hacer funcionar una cámara de vídeo. Tendría tres ejes: conocer el
lenguaje audiovisual ( la gramática, la sintaxis…); escribir en este lenguaje
(expresarse , a través de producciones escolares creativas con un guión, una
realización y una edición), y, quizá el eje más importante, analizar de manera
crítica todo lo que aparece en las pantallas de cine, televisión, Internet y
redes sociales. El otro día leía que los niños no pueden pasar más de diez
minutos sin consultar el móvil, por tanto, debemos hablar de pantallas en
general, antiguas y nuevas.
¿Este análisis crítico
de las pantallas empieza por saber descodificar, interpretar la información?
Sí, se trata de dotar a los niños
y niñas de un esquema de observación y
de análisis, adecuados a la edad, y que a partir de un anuncio de publicidad, por ejemplo,
sepan ver cuál es su trasfondo: estereotipos que contiene, mensajes
encubiertos, ideología, sexismo. Que tengan herramientas para leer con cierta
profundidad estos mensajes mediáticos. Y no es una utopía: en Inglaterra, País
de Gales, Canadá o Austria es una asignatura obligatoria, tanto en primaria
como en secundaria, y tienen experiencias muy
interesantes.
Pero resulta paradójico
que en la época de mayor predominio de la información de todos los tiempos no
formemos a los niños y niñas en educación audiovisual.
Durante mucho tiempo, se ha alegado que el profesorado no
estaba formado en la materia. Entonces,
organizamos cursos de formación, desde AulaMedia o Cinescola, en diversos lugares:
cursos anuales y de verano. Llenábamos grupos muy numerosos de maestros de
escuela, con mucho interés. Pero ha continuado habiendo una resistencia
absoluta de las autoridades educativas a la hora de incluirla en los currículos
y darle una concreción, mientras que, en cambio, se ha incluido música o la
educación para la ciudadanía sin demasiado problema.
¿Qué dirías a favor de
esta formación?
De entrada, la educación audiovisual tiene un plus de
motivación extraordinario, y tener este plus de motivación, en las aulas de hoy
día, es fundamental. Trabajar una película, o la publicidad, o las redes
sociales, es muy estimulante para ellos, porque es su lenguaje y su mundo. Y
es multidisciplinar: permite trabajar
desde lengua hasta historia, en un mismo proyecto. Pero, más allá de estas
virtudes, es muy necesaria para poder leer e
interpretar nuestro mundo.
Pero en las escuelas
hace ya tiempo que han entrado nuevas tecnologías, tanto para el profesorado
como para el alumnado.
Yo creo que las TIC han hecho daño, en cierta manera, a la
educación audiovisual, porque mucha gente ha pensado que eran lo mismo, y no lo
son. Las TIC son una parte de la educación en comunicación audiovisual, la
parte más técnica: utilizar un programa,
editar videos… Todos estos aspectos más técnicos son las herramientas, pero no
son el lenguaje, es decir, los contenidos, el análisis crítico… Y a la hora de
llevar las TIC a la práctica, no se ha querido integrar en ellas estos
aspectos. En las políticas educativas, como en las otras, hay voluntades e impedimentos.
Afirmas que la escuela
tiene que dar herramientas de
interpretación, de sentido crítico… ¿Te refieres a todo esto cuando
hablas de los aspectos éticos de las TIC?
No se trata de ser tecnófobos, eso iría contra lo que
queremos trabajar. El problema es que en la mayoría de centros y en el
currículo oficial solo se plantean aspectos técnicos y no se habla del
contenido, de la ética, de saber qué puedes hacer y qué no en Facebook, y
empezando porque muchos docentes no saben, porque no se han puesto en solfa
programas para llevarlo a la práctica.
¿El lenguaje audiovisual es poderoso porque es su lenguaje
habitual? ¿O también porque toca las teclas emocionales de manera muy precisa?
Exacto, por ambas cosas. Cuando hacemos propuestas de
audiovisual, la respuesta es asombrosa, ¡y trabajamos igualmente todo lo que
nos proponemos! Un curso de vídeo o de cina es un bálsamo para ellos: saben de
qué hablas, conectan, les interesa.
¿La entrega del premio te permitió dar algún mensaje con un
cierto altavoz?
Sí, volví a decir que es urgente y necesaria la formación
audiovisual. No solo porque interesa a
los chicos y chicas, sino porque necesitamos formar a una ciudadanía
mediáticamente alfabetizada: es lo que
corresponde a la sociedad del siglo XXI.